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Uno de los propósitos del contenido que voy creando para todos vosotros, es que cojáis confianza a la hora de elegir y disfrutar vinos. En este post, os ayudo para que acertéis con la temperatura de los vinos en función de sus características.

Mi intención es ayudaros a servir un vino de la forma más correcta posible, pero sin volveros locos y con los recursos que tengáis a mano.

Para ello he plasmado una tabla. Me he inspirado en libros y apuntes de mi último curso WSET, pero os aseguro que, si indagáis por la red, podréis encontrar decenas de ellas. A continuación, voy a explicar cada tipo de vino y el por qué requiere esa temperatura:

  1. Vinos blancos con roble: estos vinos que han sido sometidos a un proceso de crianza, adquieren cualidades físicas y organolépticas que se potencian sensorialmente si tomamos el vino un poquito menos fresco que los vinos jóvenes del año. ¿Por qué? La barrica somete al vino a una evolución oxidativa debido a los microporos que tiene la madera. Por eso, estos vinos son de un tono más ambarino y menos transparente que los vinos jóvenes. Esos mismos matices, afectan al aroma, que se torna más complejo. La fruta nos resulta más madura y en boca, notamos que el vino tiene más intensidad y contundencia que los vinos jóvenes. Por eso es recomendable que no lo tomemos muy frío, para que esos aromas no queden enmascarados.

*NOTA: En muchas ocasiones podéis notar aromas a mantequilla, a brioche. También cierta untuosidad, cremosidad en boca, debido a que, en algunas elaboraciones, los enólogos deciden dejar el vino en contacto con sus propias lías. Normalmente, en la botella pondrá “lías finas”. Esto significa que una vez la fermentación termina y las levaduras se posan en el fondo del depósito, se trasiegan estos vinos terminados a las barricas donde se van a criar, eliminando la parte gruesa del sedimento y quedando solo las partículas más finas en suspensión, que son las que además de proteger el vino, le aportan matices enriqueciéndolo cualitativamente. En las barricas, los vinos también suelen hacer la fermentación maloláctica, es decir, las bacterias lácticas se comen el ácido málico del vino y lo transforman en ácido láctico, desacidificando el vino y aportando ese matiz de aroma o gusto a yogur que podemos percibir en algunos vinos. Son sensaciones muy placenteras, para disfrutarlas. A mi este tipo de vinos me gusta potenciarlos con quesos cremosos. 

  • Vinos blancos jóvenes: aquí sí, servirlos bien fresquitos. Podéis poner un recipiente con hielo para que no pierda el punto de frescor. Con un poco de hielo basta, si está muy frío no os olerá ni sabrá a nada.

*NOTA: ¿Es mejor un vino blanco con crianza que un vino joven? En absoluto, son productos que podéis elegir para momentos de consumo diferente. El vino blanco para recibir a los comensales o empezar el aperitivo y el vino blanco con crianza para acompañar un arroz, un plato de pasta con verduras, incluso una carne blanca asada o en salsa cremosa.

  • Vinos dulces: aquí no nos referimos a mistelas u otros licores derivados, sino a vinos realizados con uvas botritizadas. Se trata de una pasificación natural de la uva en el viñedo que no se da todos los años. Tienen que suceder circunstancias climáticas especiales, como la niebla matutina y el sol vespertino, que ayudan a los hongos a proliferar despacio y convertir esas uvas sobre maduradas en un tesoro de gran potencial enológico.

*NOTA: Son vinos con una acidez muy alta y una densidad igual de alta debido a la cantidad de azúcar que contiene el producto de manera natural, ya que, a estas elevadas densidades las levaduras no pueden acabar de fermentar el azúcar del mosto en su totalidad. Se toman bien fríos, porque de otra forma, no se podrían consumir y disfrutar. Si tenéis ocasión de probar alguno, no lo dudéis, son escasos, ya que no se realizan todos los años. Si os gustan los contrastes, os animo a probar un poquito de foie o queso azul con uno de estos vinos, resulta un trago delicioso.

  • Vinos espumosos: Al igual que en el ejemplo anterior, pero en este caso, debido a la densidad de las burbujas, se recomienda tomarlos bien fríos, en una cubitera y esta vez, con mucho hielo. Cuidado al manejar las botellas de espumosos. La presión que contiene en el interior es muy alta y una incorrecta manipulación puede causar algún accidente. La forma correcta de abrir una botella de espumoso es sujetando firmemente el tapón y cuello de la botella, y girándola poco a poco desde la base, a un ángulo de unos 45º para que no se derrame al abrirla y se escapen las burbujas, y en dirección opuesta a los otros comensales para evitar cualquier tipo de accidente.
  • Vinos tinos jóvenes: en esta época del año tenemos la suerte de poder tomarlos ya a temperatura ambiente. ¡Ojo cuidao! Hablo de latitud Península Ibérica, claro. Si hace mucho calor en vuestra zona, no lo dudéis, ¡a la nevera!

¿Qué tipo de vinos consideramos como un vino joven? Estamos hablando de vinos realizados en la cosecha vigente, los vinos del año. Actualmente estamos ya conociendo los primeros vinos jóvenes de la cosecha 2021.

¿Los vinos jóvenes pueden tener crianza?  Si, menos de 6 meses es lo que marca la ley. En muchas ocasiones, son introducidos en barrica o en otro tipo de depósitos porque el productor busca evolucionar ciertos matices y que el producto esté parcialmente madurado. A veces mezclan parte de vinos de barrica y otros de depósito para potenciar cualidades de unos vinos o restar defectos de otros, como quitar acidez, potenciar aromas, …

En otras ocasiones, se mezclan diferentes variedades para lograr un producto mucho más equilibrado que cada una de esas variedades por separado.

  • Vinos tintos con crianza: aquí, pasa lo mismo que en el caso de los blancos con crianza. Si vemos que está muy frío y no nos muestra todas sus cualidades, podemos ayudarnos con las manos y atemperar el cáliz de la copa. En el resto de casos, coger siempre la copa por el fuste para no calentar el vino.

* NOTA: Como norma general, debemos elegir platos que estén en armonía con los vinos. Que no se solapen en intensidad, y que resulte que el vino no sabe a nada. O al revés, que hayamos cocinado un plato que con ese vino no va en absoluto porque es más intenso que el plato.

En la guía que estamos preparando, lo explicamos muy bien. Hasta que la tengamos lista, vamos subiendo contenido cada semana a nuestras redes. Síguenos de cerca y no te las pierdas 😉

Ya sabéis que podéis dejarme vuestros comentarios y estaré encantada de resolver cualquier duda o atender cualquier sugerencia. ¡Seguimos!

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