Una vez me dijeron: si conectas con el mundo del vino, es apasionante, ya no vas a poder dejarlo. ¡Y cuánta razón! Esto es otra forma de viajar y conocer vinos, regiones y países de todo el mundo.
Recién estrenado mi título de WSET 3, que tú no lo ves, pero yo lo llevo cual estandarte por las calles, en las catas, cuando escribo, … Es realmente un orgullo haber llegado hasta aquí, sobre todo este último año. Por suerte, obtener el certificado nivel 3 de vinos del mundo me ha dado una alegría extra y la ilusión por seguir en este camino.
Pues bien, retomando las catas presenciales, el pasado jueves asistimos a The Wine Place: para muchos, un local de referencia en formación y venta de vinos del mundo. Para mí, además es como estar en mi casa. Siempre he confiado en ellos para formarme y ahora, cuando asisto a sus catas, además, me divierto muchísimo.
Llegando me di cuenta de que mi mascarilla estaba rota y no podía sujetarla de ninguna manera, así que buscando algo con lo que engancharla a mi oreja, de mi enorme bolso de madre salió una mascarilla roja con la cara de Mickey Mouse y directamente, me la puse.
Al entrar, expliqué entre risas la situación y supongo que cada uno sacaría sus propias conclusiones, desde: “pobreta, qué vidas llevan algunas personas”. O quizás: “hay que ver, si es que hoy en día cada uno va como puede… “ Por no hablar del pequeño tamaño de la mascarilla, que me retorcía totalmente las orejas, dando un aspecto de todo menos normal…
El caso, es que éramos 10 catadores, incluso de diferentes países por lo que Mark igual hablaba español que inglés. Lo cual enriquece mucho estas catas, ya que ahora que no viajamos, cuesta más ponerse en situación. Y esta es una forma muy buena de no perder el contacto con el idioma.
La cata era de cuatro Chardonnay de cuatro países diferentes.
Primero, probamos un Chardonnay español. Un nuevo descubrimiento procedente de El Bonillo (Albacete). De una finca con pocas hectáreas y gran altitud, donde los inviernos aprietan y durante la época de maduración (verano) hay una gran oscilación térmica entre el día y la noche. Eso hace que la uva conserve su frescura, que la encontraremos en forma de acidez. Y que, a la vez, el calor y la insolación durante el día, harán que el fruto madure apropiadamente. Un producto fino, fresco, con aromas a cítricos y manzana verde. Muy apropiado para tomar solo o para aperitivos. También tiene ese cierto toque untuoso y mantecoso de un vino criado sobre lías. Es un vino ecológico que yo tendría siempre en casa. Se llama Pago Finca Élez Chardonnay Lías
El segundo vino, nos llevó a Francia. Más concretamente a la región de Borgoña, donde el Chardonnay alcanza su máxima excelencia. Los productores de Borgoña han sido históricamente pioneros en técnicas de elaboración de vinos de Chardonnay que hoy se reconocen como vinos de calidad superior alrededor del mundo. Hablamos de fermentación y envejecimiento en barrica, fermentación maloláctica, crianza sobre lías…
Borgoña se compone de numerosas regiones vitivinícolas diferenciadas. Y dependiendo de la altitud, orientación, temperatura o fenómenos climáticos, los vinos tendrán unas características u otras. Pues bien, el que probamos es un Chardonnay Montagny de la Côte Chalonaise, de bodegas Joseph Drouhin. Un vino con acidez alta donde el toque principal era el sabor a pomelo, quizás debido a su paso por barrica. Encontramos también los aromas del vino anterior, como los cítricos. Y un paso en boca muy agradable. La especialidad en la zona de Montagny, de la que procede este vino, es la producción únicamente de vinos blancos.
Con el tercer vino, dimos un salto sustancial en el mapamundi y nos fuimos a las antípodas. Concretamente a la región australiana de McLaren Vale y Adelaida Hills. The Olive Grove, un vino homenaje a los olivos que crecen entre viñedos. Un proyecto magnífico que la familia de viticultores D’Arenberg ha sabido dirigir manteniendo la tradición e incorporando la mejor tecnología. Prueba de ello es la maravillosa arquitectura de su bodega cúbica. Con diferentes espacios donde los visitantes pueden incluso degustar menús de Estrella Michelín. Así es como consiguen cada año vender gran parte de su producción, con el enoturismo.
Respecto a este Chardonnay australiano, y teniendo en cuenta que estamos en una región con clima mediterráneo, notamos menor acidez y la aparición de aromas a frutas tropicales, como piña o mango, melocotón maduro y fondo de limón. Un claro ejemplo de cómo el Chardonnay evoluciona con menos altitud y mayor temperatura.
Por último, nos fuimos hasta California de la mano de Bodegas Bogle, quien nos trae un ejemplo del típico Chardonnay californiano: un marcado sabor a roble tostado intenso, que perdura en el posgusto y que nos aporta aromas y sabores terciarios como vainilla y cardamomo. También encontramos mantequilla, seguramente por un periodo de crianza sobre lías, y un fruto muy maduro que recuerda a aromas y sabores tropicales, como el mango o la piña. La zona de central Valley se define por un clima caluroso y seco, cualidades que se aprecian sin duda en este vino.
En fin, una cata muy variada y divertida, bien dirigida por Mark y Pito, el super equipo de The Wine Place donde formación y diversión están garantizadas.
La cata concluyó con la sorpresa de que los productores del primer vino, estaban ‘infiltrados’ en la cata. Yo justo los tenía enfrente, así que me dio más la risa cuando pensé: y yo con la mascarilla de Mickey…
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